Vuelta a la realidad...

Ya está. Se acabaron las vacaciones.

Bueno rectifico, se me acabaron las vacaciones, porque el resto de los habitantes de mi cuarto sigue de descanso vacacional (y digo de mi cuarto porque cuando veraneamos en El Portalón dormimos los cuatro juntitos).

El caso es que ya vuelvo a mi trabajo oficial (que no es el único) y aunque no han sido dos semanas de descanso total, sí nos hemos ido los cuatro de viaje, y hemos disfrutado muchísimo.

El destino elegido: Burdeos, Francia. Elegido al azar? NO. El motivo es que somos unos gorrones y vamos detrás de mi amiga Ingrid, la nacida en las islas Seychelles y con casa en Austria, a la que unos parientes muy generosos (y que sin duda no saben lo gorrones que son sus amigos españoles) le prestaron su chateâu en Sainte Terre, un pueblecito precioso de Burdeos.

Y allá que nos fuimos.

Viajar los cuatro en avión nos salía un poco caro así que mi chico y yo nos armamos de valor (y del ipad, los reproductores de dvd portátiles, ceras de colores, libros de pintar, dulces, batidos, patatas...) y decidimos hacer el viaje en coche, un roadtrip en toda regla.

Roadtrip

Driver (mi héroe en esta aventura, que se hizo al volante millones de kilómetros,
o bueno a mi me parecieron millones)

Y tras once horas de viaje y unos cuantos kilómetros...por fin llegamos.

Y llegamos a una casa chulísima a la orilla de un río, el Dordogna, rodeada de viñedos de uva francesa y de chateâus productores de vino.

 

Visitamos la ciudad de Burdeos, un tour en autobús descapotable y excursión a un parque súper verde.

La ciudad es preciosa. Una antigua ciudad amurallada que ha mantenido una estética uniforme a lo largo de los tiempos. Muy bien comunicada gracias a su TRAM (que es como el METRO pero al aire libre), que comunica prácticamente cualquier rincón de la misma. Tiene unos parques súper bien cuidados, muy muy verdes, con muchísima vida, gente por todas partes y de todo tipo, en los que los nanos disfrutaron muchísimo dando de comer a los patos, montando en el tiovivo y subiendo a los columpios.

Nos encantó la ciudad, lo cuidado y limpio que estaba todo, y el buen ambiente que se respiraba.

Hemos visitado otros pueblecitos con los nanos y como he hecho muchísimas fotos, las dosificaré en varios post para no saturaros.

Espero que os gusten.